PERSONAJES HISTÓRICOS
Un líder puede tener cualidades carismáticas, o
sin tanto populismo puede que su inteligencia lo lleve a lo más alto de la política.
No obstante, un gran líder debe combinarlos ambos, y condimentarlo con
un toque de rebeldía que permita romper los paradigmas de la siempre conservadora
mente política. Cuando un gran líder surge en una época de paz y prosperidad es
recordado por los libros, pero cuando surge para movilizar una nación en
momentos de crisis para llevarlos a la victoria y a la prosperidad es recordado
en la mente de cada uno de los habitantes. Esta es la historia de uno de los
grandes líderes surgido en una de las épocas más oscuras de la humanidad: Winston Churchill.
Sir Winston Leonard
Spencer Churchill fue uno de los políticos británicos más recordado por la
historia. A lo largo de su brillante carrera, Churchill fue sucesivamente el
hombre más popular y el más criticado de Inglaterra, y a veces ambas cosas al
mismo tiempo. Considerado el último de los grandes estadistas, siempre será
recordado por su rara habilidad para predecir los acontecimientos futuros, lo
que en ocasiones se convirtió en una pesada carga para sus compatriotas. Durante
años, Churchill fue algo así como la voz de la conciencia de su país, una voz
que sacudía los espíritus y les insuflaba grandes dosis de energía y valor.
Nació en 1874 en el
palacio de su abuelo, el séptimo duque de Marlborough. Al ser internado por su
padre en un costoso colegio de Ascot, el niño reaccionó con rebeldía; estar
lejos del hogar le resultaba insoportable, y Winston expresó su protesta
oponiéndose a todo lo que fuese estudiar. Cuando en 1888 ingresó en la famosa
escuela de Harrow, el futuro primer ministro fue incluido en la clase de los
alumnos más retrasados. Uno de sus maestros diría de él: "No era un
muchacho fácil de manejar. Cierto que su inteligencia era brillante, pero sólo
estudiaba cuando quería y con los profesores que merecían su aprobación."
(Primera muestra de su espíritu rebelde y sagaz)
Sin embargo, una vez que
entró en la escuela militar se operó en él un cambio radical. Su proverbial
testarudez, su resolución y su espíritu indomable no lo abandonaron, pero trabajaba con empeño, era aplicado y serio en
las clases y muy pronto se destacó entre los alumnos de su nivel. Poco después
se incorporó al Cuarto de Húsares, con quienes combatió en Cuba, la India y el
Sudán, y en los campos de batalla aprendió sobre el arte de la guerra todo cuanto
no había encontrado en los libros.
No obstante, la
vida militar no tardó en cansarlo. Renunció a ella para dedicarse a la política
y se afilió al Partido Conservador en 1898, presentándose a las elecciones un año después. En el Parlamento,
sus discursos y su buen humor pronto se hicieron famosos. Pero su espíritu
independiente, reacio a someterse a disciplinas partidarias, le granjeó
importantes enemigos en la cámara, incluso entre sus propios correligionarios.
Tras ser designado
subsecretario de Colonias y ministro de Comercio en un gobierno liberal,
Churchill previó con extraordinaria exactitud los acontecimientos que
desencadenaron la Primera Guerra Mundial y el curso que siguió la contienda en su primera etapa. Sus profecías,
consideradas disparatadas por los militares, se convirtieron en realidad y
sorprendieron a todos por la clarividencia con que habían sido formuladas.
Finalizada la
contienda, Churchill sufrió las consecuencias de la reacción de la posguerra
y durante un tiempo fue relegado a un papel secundario dentro de la escena
política. En 1924 se reconcilió con los conservadores y un año después fue
puesto al frente del ministerio de Hacienda en el gobierno de Stanley Baldwin.
Era una época de
decadencia económica, inquietud, descontento laboral y aparatosas huelgas, todo
el mundo estaba cansado de él y su popularidad descendió a tal punto que se
apartó voluntariamente de la política. Las cosas cambiaron cuando, al observar
la creciente amenaza que Hitler constituía, proclamó la necesidad urgente de
que Inglaterra se rearmase y emprendió una lucha solitaria contra el
fascismo emergente. En reiteradas ocasiones, tanto en la cámara como en sus
artículos periodísticos, denunció vigorosamente el peligro nazi ante una nación
que, una vez más, parecía aquejada de una ceguera que podía acabar en tragedia.
Tras la firma en 1938
del Acuerdo de Munich, en el que Gran Bretaña y Francia cedieron ante el
poderío alemán, la gente se dio cuenta nuevamente de que Churchill había
tenido razón desde el principio. Hubo una docena de ocasiones en las que
hubiera sido posible detener a Hitler sin derramamiento de sangre, según
afirmarían después los expertos. En cada una de ellas, Churchill abogó
ardorosamente por la acción.
El 1 de septiembre de
1939, el ejército nazi entró con centelleante precisión en Polonia; dos días
después, Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania y, por la noche,
Churchill fue llamado a desempeñar su antiguo cargo en el Almirantazgo. Todas
las unidades de la flota recibieron por radio el mismo mensaje: "Winston
ha vuelto con nosotros." Cuando fue nombrado primer ministro el 10 de mayo
de 1940, Churchill pronunció una conmovedora arenga en la que afirmó no poder
ofrecer más que "sangre, sudor y lágrimas" a sus conciudadanos.
Churchill consiguió mantener la moral en el interior y en el exterior mediante
sus discursos, ejerciendo una influencia casi hipnótica en todos los
británicos.
Por fin, el día de
la victoria aliada, se dirigió de nuevo al Parlamento y al entrar fue objeto de
la más tumultuosa ovación que registra la historia de la asamblea. Los diputados olvidaron todas las
formalidades rituales y se subieron a los escaños, gritando y sacudiendo
periódicos. A pesar de la enorme popularidad alcanzada durante la guerra, dos
meses después el voto de los ingleses lo depuso de su cargo. Churchill continuó
en el Parlamento y se erigió en jefe de la oposición.
Tras el triunfo de los
conservadores en 1951 volvió a ser primer ministro, y dos años después fue
galardonado con el Premio Nobel de Literatura por sus Memorias sobre la Segunda
Guerra Mundial. Alegando razones de edad, presentó la dimisión en abril de 1955.
No obstante, su figura siguió pesando sobre la vida política y sus consejos
continuaron orientando a quienes rigieron después de él los destinos del Reino
Unido. El pueblo había visto en Churchill la personificación de lo más noble
de su historia y de las más hermosas cualidades de su raza, por eso no cesó de
aclamarlo como su héroe hasta su muerte, acaecida el 24 de enero de 1965.
Les dejo un fragmento subtitulado de uno de sus discursos más importantes en el parlamento británico. En él arenga a su pueblo a la lucha en una muestra de su sobresaliente retórica:
Pregunta del día: ¿Qué evento en su temprana
vida política lo convirtió por primera vez en una figura admirada por el
público? Ayuda: sucedió durante su estancia en Sudafrica.
y la respuesta es...
y la respuesta es...
Churchill se trasladó
a África del Sur como corresponsal del Morning Post en la guerra de los bóers. Allí
fue hecho prisionero y trasladado a Pretoria, pero consiguió escapar y regresó
a Londres convertido en un héroe popular: por primera vez, su nombre saltó
a las portadas de los periódicos, pues había recorrido en su huida más de
cuatrocientos kilómetros, afrontando un sinfín de peligros con extraordinaria
sangre fría. No es de extrañar, pues, que consiguiese un escaño en las
elecciones celebradas con el cambio de siglo y que, recién cumplidos los
veintiséis años, pudiese iniciar una fulgurante carrera política.
Gracias Mario Pardo por tu respuesta. Espero sigas investigando!!
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será publicada junto al nombre de su autor en el blog mañana a la tarde. A
investigar!!
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